Orígenes profundos

La inspiración de Gaby Grobo está en íntima relación con su experiencia de vida. Procede del recorrido de su infancia y adolescencia sucedidas en contacto con la naturaleza. La composición de sus cuadros incorpora a la raíz, al árbol y al horizonte como elementos figurativos, símbolos que transportan un mensaje. Logra con ellos un concepto que se expresa a través de su plástica. Una estética expresada en sus colores, generalmente cálidos, y en la textura que agrega con determinación.

 

Frente al silencio de una obra de arte pictórica, la artista logra proyectarnos en su universo, ese hábitat en el que creció. Nos introduce en una introspección para bien reflexionar sobre la naturaleza vital a nuestra existencia, en un mundo cuanto menos tumultuoso. La obra crea una atmósfera que non invita a entrar en lo que su concepto intenta vehiculizar.

 

El movimiento sinuoso de las raíces es acompañado por los trazos abstractos que determinan el horizonte por un lado y por el otro la tierra en la que se arraigan. Un conjunto de ondas y colores otorgan un agradable ritmo a la obra, los sonidos y silencios del campo son fáciles de percibir. Y en el conjunto de la serie cada obra parece nacer de la anterior y dar nacimiento a la siguiente. Su obra contiene un juego visual donde lo abstracto es cómplice de los elementos figurativos. Una ondulación entre los dos estilos que le otorga un ritmo que no pasa desapercibido. No es una obra estática, está inmensamente lejos de la rigidez geométrica.

 

Su paleta es, por elección, generalmente cálida, los colores fríos aparecen con timidez deliberada. Acaso porque en la naturaleza las gamas predominantes son los marrones, los verdes, los ocres… Y concomitante a estos colores aparece la materia que produce una interacción con la luz, crea sus propias sombras, otorgando a la obra una variación casi infinita de tonos. Volúmenes que unidos a los pigmentos de la pintura le dan cierta profundidad. Es evidente que la materia, en la obra de Gaby, constituye un elemento que influye en la percepción de quien la observa.

 

Esta serie de pinturas que es una honra a la naturaleza, y que parte de la expresión de un sentimiento, constituye una interesante propuesta, desde mi punto de vista, en la ciudad de Nueva York donde el frío del cemento prevalece.

 

Eduardo Carballido