Gaby Grobo ‒ Nuevos horizontes  

En todas las épocas la naturaleza siempre estuvo presente en la atención de los artistas. Pienso, entre otros, en los paisajes de Giorgione y en la visión analítica del árbol de Piet Mondrian. Desde el Renacimiento a nuestros días el paisaje, los animales, las plantas, sus flores y frutos fueron la narración de la pintura. Finales de los años 60 en la exposición Earth Works, el land art utilizó sin pudor los elementos de la naturaleza. Al comienzo fue en el terreno y hoy se traslada a la tela con un vigor bien justificado. La naturaleza ultrajada está más amenazada que nunca.

La obra de Gaby Grobo, en esta etapa de su carrera artística, nace de una simbología ambiental muy precisa en íntima relación con los íconos contemplados en su adolescencia. Tierra, árboles, molinos, cielos de horizontes pampeanos amalgamados por la fuerza de sus trazos y la intensidad de sus colores. La naturaleza recreada, reciclada, en su obra. La tierra como la escuela de su percepción, una visión emotiva y creadora que parte desde la sensualidad y dignidad de lo ambiental.

Su obra surge de una experiencia ligada a mecanismos de su conciencia con todos esos elementos que aporta la naturaleza. Estructuras que se transforman a partir de su sensibilidad, bienes proporcionados por la tierra, sin alteraciones, donde sólo los factores abióticos se permitieron intervenir. En esta serie la raíz adquiere un protagonismo notable. La raíz que crece hacia lo profundo, en la oscuridad del suelo, ve la luz en la obra de Gaby. La raíz muerta que revive en otro mundo, el del arte, el de la imaginación, el de un lenguaje sin palabras y con conceptos. La raíz que nutre y sostiene al árbol vigoriza a la obra como si la savia estuviese presente. El arte testimonia, muestra, graba… es el reflejo de una integridad personal que traspasa la propia frontera del artista para transmitir un mensaje de reflexión o simplemente una presencia susceptible de múltiples interpretaciones. En cierta manera está muy presente la estabilidad propia del concepto que ella plasma en su obra y que cada cual recrea.

En la composición visual de sus cuadros siempre está el elemento, la línea directiva que guía el ojo: el árbol que nos da el horizonte. Buscada, o no, la regla de los tercios nos acerca el encuadre perfecto de esa realidad que se lleva a la ficción. Ficción donde los colores penetran unos en otros otorgándonos los planos exactos de cielo y superficie con ese horizonte muchas veces un simple trazo más oscuro. Las formas del campo que transitan de lo real a la abstracción. Un espacio pictórico que a un solo tiempo nos introduce y extrae agradablemente del espacio natural. Planos, formas y colores en una perspectiva dinámica nos transmiten hasta lo que no se ve: los silencios y melodías del terruño.

La serie «Nuevos horizontes» es la evolución de un trabajo que tiende a lo abstracto devolviéndonos en la imaginación aquel figurativo del que partió. No obstante, hay una continuación pictórica en cuanto a los signos utilizados. Ese abstracto que toma fuerza trabajando a la horizontal con útiles que trascienden el pincel a la manera de Helen Frankenthaler. La materia muy presente acentúa el relieve que sublima el volumen bien reforzado con las raíces, pajas y troncos incorporados y que parecen nacer de una danza de colores. Una animación de la naturaleza que enriquece los sentidos.

Hugo Petruschansky, una de las voces más autorizadas del arte, dijo de ella: «entra en la actitud postmoderna desde distintos lugares, operando en un laberinto de ideas que se manifiestan a lo largo de su prolífica producción. Estudia y observa la naturaleza del campo para explicarnos los misterios de la vida y comunicarnos la magia por medio de colores y empastes atrapantes».

El arte tiene mucho de inefable, aunque si podemos ensayar una explicación, esta será siempre el comienzo de la aventura sensorial y jamás el final. Frente a la obra de Gaby Grobo estamos en un estado del espíritu que lleva a la estética de una sensibilidad de vida, a cierta semántica ecológica. En su obra hay un reflejo de toda su integridad personal y nada escapa a la vena afectiva de su historia.

  

            Eduardo Carballido

 

Textos curatoriales