Gaby Grobocopatel nació en 1966 en Carlos Casares, una pequeña ciudad en las pampas, Provincia de Buenos Aires, Argentina. El amor por su ciudad natal la ha inspirado para crear una iconografía personal basada en la colección de imágenes que ve todos los días mientras vive y exploraba los alrededores. Su profundo agradecimiento a su patria es evidente en su obra, que refleja no sólo la naturaleza, sino también las historias de sus ancestros culturales. En su nueva serie de obras, el horizonte infinito de la pampa se presenta como metafísica e inquietante, como un eje vertiginoso que confunde la visión del espectador. Es un horizonte que sugiere más de lo que parece.

Utiliza formas y colores condensados ​​en su búsqueda de la sensación interna y la apariencia externa de la inmensidad, el silencio y la poesía de estos grandes espacios únicos. En algunas obras, la línea que divide el cielo y la tierra,  lo concreto y lo mágico, pareciera que se ondularan así como la naturaleza y la humanidad se incrustan en el misterio de la creación.

Gaby Grobocopatel busca el sentimiento interior más allá de la apariencia externa de estos paisajes abiertos, donde la naturaleza simboliza gestos específicos y espacios silenciosos y la cosa más simple adquiere protagonismo. Cada tanto uno o varios arboles irrumpen en sus horizontes y las raíces son protagonistas,porque solo los arboles que tienen sus raíces bien profundas  pueden crecer bien alto, cuanto más firme abajo, más alto arriba.

Del mismo modo solo el hombre que este bien plantado podrá elevarse espiritualmente. El árbol nos enseña que somos una delgada línea entre la tierra y el cielo. Es como un maestro de vida, solo hay que observarlo atentamente, ver cómo el ciclo de las estaciones lo fortalece, comprobar que desprenderse de las hojas que ya no le sirven permite que los nuevos brotes crezcan con más fuerza:una síntesis del ciclo de renacimientos y muertes.

El horizonte que representa es un símbolo del futuro, de proyectos, de enfocar la mirada hacia adelante. Es la frontera entre lo que conocemos y lo que desconocemos, este limite que divide aquello de lo que tenemos consciencia o creemos saber de nuestras expectativas.

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